Misión
Formar al creyente bíblica, práctica y espiritualmente para servir a la iglesia en su diversidad y al mundo, defendiendo la inspiración plena, verbal y sin error de la Escritura.
Somos una facultad interdenominacional y acreditada oficialmente en la U.E. Nuestros estudios son presenciales aunque estamos en un proceso de expansión a una modalidad Online.
Visión
- Ser una entidad útil, de ayuda a la iglesia local.
- Ser una voz de orientación en temas relevantes de nuestro tiempo.
- Potenciar el profesorado nacional.
- Mantener nuestro proyecto educativo con recursos propios.
Valores
- Excelencia en la enseñanza, procedimientos, y gestión.
- Espiritualidad bíblica y viva.
- Pensamiento positivamente crítico.
- Evangelismo y misiones.
- Relación edificante entre IBSTE y las iglesias locales.
- Convivencia enriquecedora interdenominacional y multicultural.
Declaración doctrinal
Las Escrituras
Las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamentos son íntegramente la Palabra de Dios por su inspiración plenaria y verbal y, por tanto, sin error. Son también la autoridad suprema y final en todo asunto de vida y fe (2 Ti. 3:16-17; 2 P. 1:21; 3:16; Jn. 14:26; 16:12-13; 1 Ti. 5:18).
Dios
Hay un solo Dios que existe eternamente en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Cada una de estas tres personas posee la misma naturaleza y los mismos atributos y perfecciones de la Deidad. Siendo distintas personas y con distintas funciones, forman una misma unidad (Dt. 6:4; 1 Ti. 2:5; 1 Col. 8:6; 1 Ti. 1:17; Jn. 15:26; Mt. 28:19; 2 Co. 13:14).
Dios el Hijo
Jesucristo es Dios, el Hijo eterno, manifestado en carne, por tanto, plena y verdaderamente Dios y plena y verdaderamente hombre santo y sin pecado. En cuanto a su humanidad fue engendrado por el Espíritu Santo y concebido en la virgen María, en cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento revela la identidad del Hijo, su obra de redención en favor de los seres humanos y sus enseñanzas, que son la base para la vida y la ética de sus discípulos para todos los tiempos (Mt. 1:18-20; Lc. 1:35; Jn. 1:1-14; 1 Ti. 3:16; He. 7:26).
Dios el Espíritu Santo
El Espíritu Santo convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Produce la regeneración de cada creyente, lo bautiza en el cuerpo de Cristo, lo sella, y habita permanentemente en él. El Espíritu Santo da el poder para la vida y el servicio a los que cumplen con las demandas bíblicas de sumisión y total dependencia de él. El Espíritu Santo reparte dones y capacidades a cada creyente según su voluntad para servicio de la iglesia. Todos los dones proceden del Espíritu Santo quien es soberano para darlos o retirarlos según su voluntad. Más importante que los dones es el fruto del Espíritu Santo que tiene que ver, no con actividades, sino con el carácter cristiano (Jn. 16:7-11; Ef. 4:30; Ro. 8:9; 1 Co. 12:13; Gá. 5:16,22).
El Ser Humano
El hombre y la mujer fueron creados a imagen y semejanza de Dios. El ser humano pecó, y las consecuencias del pecado son la muerte física y espiritual que le separa de Dios. Todos los seres humanos nacen con la naturaleza pecaminosa y son responsables de sus pensamientos, palabras y hechos. Necesitan la redención de Dios por medio de la obra de Jesucristo en la cruz (Gn. 1:26; Ro. 3:23; 5:12; 6:23; Ga. 5:17-21).
La Obra de Cristo
La muerte de Cristo en la cruz fue un sacrificio vicario y expiatorio. Con base en el derramamiento de su sangre, su resurrección corporal y su ascensión a la diestra del Padre, él provee la salvación para todos los que creen en él en espíritu y verdad. Desde su ascensión, Cristo está en el cielo como intercesor y abogado a favor de los creyentes (1 Ti. 2:6; 1 P. 3:18; 1 Co. 15:3-6; 1 Jn. 2:1; He. 7:25).
La Salvación y la Seguridad
Cada persona que recibe al Señor Jesucristo por medio de la fe, aparte de cualquier obra humana, es declarada justa ante Dios con base en la vida perfecta y sacrificio de Cristo. Es nacido de lo alto y llega a ser un hijo de Dios creado en Cristo Jesús para buenas obras. Todos los redimidos son guardados eternamente por el poder de Dios (Jn. 1:12-13; Ro. 3:21-28; 8:1, 29-30, 34; 2 Co. 5:17; Ef. 2:8-10; 1 Jn. 5:11-12).
La Santificación
Cada persona que está en Cristo es ya santificada posicionalmente, o sea, apartada para servir a Dios. El cristiano es responsable de su santificación progresiva durante los días de su vida. Dios ha hecho provisión mediante la obra de Cristo y el ministerio del Espíritu Santo para que el creyente pueda vencer el pecado y crecer en santidad de manera progresiva. La santificación del creyente no será completa hasta el día de la redención final (1 Co. 1:2; Ro. 6:6, 11-13; Gá. 5:16; Ef. 1:7; 4:30; 1 Ts. 5:23; 1 Jn. 3:2).
La Iglesia
Dios se reveló progresivamente en la historia humana y ha estado formando un pueblo para sí. Primeramente, lo hizo a través de la nación de Israel en el Antiguo Testamento, y posteriormente a través de su iglesia que se inició en el día de Pentecostés, la cual representa el propósito especial de Dios durante la presente edad. Cristo instituyó para la iglesia las ordenanzas del bautismo por agua y la cena del Señor (1 Co. 12:13; Ef. 1:22-23; Hch. 1:6; 2:41; 11:15-16; Mt. 28:19-20; 1 Co. 11:23-25).
La Ética Cristiana
Es necesario que el creyente viva de acuerdo a los principios bíblicos interpretados equilibrada y consistentemente. Estos principios establecen las normas de moral y conducta de los cristianos. En cuanto al matrimonio, creemos que el matrimonio es una institución divina que, según las Sagradas Escrituras, une a un hombre y una mujer con vocación de permanencia (Gn. 2:24; Mt. 19:4-5; Ef. 5:22-33; Ef. 4:1).
La Segunda Venida
El Señor vendrá por segunda vez en forma personal y corporal. Vendrá en las nubes para concluir el final de los tiempos según su voluntad. Respetamos las diferentes posiciones escatológicas siempre que se fundamenten en la exposición bíblica y se presenten como un estudio serio y respetuoso hacia las demás posiciones bíblicas (Hch. 1:11; Jn. 14:3; 1 Ts. 4:15, 17; Ap. 3:10; 11:15; 19:11-16; Dn. 2:44).
La Resurrección
La resurrección de los muertos será un evento histórico al final de los tiempos para justos e injustos. Los primeros resucitarán para bendición eterna, y los últimos para perdición eterna. Los que mueren en Cristo pasan inmediatamente a la presencia del Señor y sus cuerpos serán levantados en el día de la resurrección (Jn. 5:28-29; 1 Co. 15:51-52; 2 Co. 5:1-8; Fil. 1:23; Ap. 20:11-15).
Los Ángeles
Los seres angelicales tienen personalidad propia. Los ángeles no caídos sirven a Dios en el cumplimiento de sus propósitos. Los ángeles que se oponen a Dios, Satanás y sus demonios, fueron vencidos por Cristo en la cruz, y tendrán su fin en el lago de fuego (He. 1:7, 14; Ap. 12:9; Col. 2:15; Mt. 25:41).